¿Cómo has llegado hasta mi? (1)

google

Me sigue fascinando las cosas raras que busca la gente y que les traen a mi blog. Un repasito.

mi novio se marsturva pensando en otra

¿Será porque no le gusta tu ortografía?

flujo vaginal que destiñe bombachas

Otra vez Wonder Woman buscando en Google soluciones para su flujo.

tere la secretaria desnuda

desnudo total d tere la secretaria

¡Pues parece que Tere sigue siendo muy famosa en Internet!

salí a la playa con el hilo más diminuto y transparente delante de mi amigo

A esto le llamo yo una búsqueda precisa.

me robaron mis tangas

Pues te prometo que yo no las tengo.

una chava me confesó que se masturba pensando en mi

… y buscas en Google porque no sabes cómo reaccionar.

desnudas con taza de café en la mano

Probablemente algún vecino me ha visto así y se ha puesto a buscar en Internet.

como me pongo una tanga

Buscando instrucciones precisas.

me gusta que me masturben

Lo raro sería que no te gustase.

Nueva dirección de correo

Hola a todos.

Sé que es mucho tiempo sin dar señales de vida.

Sé que la inactividad ha sido larga.

No entro a contar problemas. No está para eso este blog.

Sólo deciros que he tenido que hacer un nuevo correo electrónico.

diarioadultera@hotmail.com

Y que me gustaría retomar el blog.

Espero.

Besos

Una mano

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Una mano.

Es un momento cualquiera de un día cualquiera. Rodeada de gente cualquiera.

No lo esperas, nadie te lo anuncia.

Una mano. Resbalando como una gota de agua por la pierna. Pero no es agua, porque quema. Arde la piel, arde el vientre. Ardo. Por una mano.

No es posible. No me lo creo.

Mi falda es corta, sí. Mis piernas están a mano, sí.

Pero él es el marido de mi hermana.

Siempre me ha mirado con interés. Es verdad. Siempre ha sido coqueto, galante, cortés. Más de lo apropiado, seguramente. Pero menos de lo inapropiado. Nunca juzgué que fuese un peligro. Era sólo una forma de ser, una manera de mirarme, un estilo de vida. Disfrutar de esos pequeños roces o miradas naturales. Algo inocente.

Una mano. Lo cambia todo.

Sirves café; una reunión familiar. Y notas una mano. Nada volverá a ser igual. Disimulas. Nadie puede darse cuenta, pero están cerca, muy cerca. ¿Cómo no ven que me está tocando la pierna? Hablan, ríen, están entretenidos. Están a sus cosas.

Pero mi cuñado está a mis muslos. No miran. No ven su mano.

Una mano… ¡y sube!

La punta de sus dedos roza mis nalgas. No hay tela que las separe. En virtud del tanga, mi cuñado es el primer hombre que prueba la piel de mis nalgas con sus dedos.

¿Cómo se atreve? ¿En qué está pensando? ¡Está loco!

Vergüenza. Pudor. Espanto. Deseo. Placer.

¿Con cuál de las sensaciones debo quedarme?

Mi tanga húmedo me delata. Soy culpable. Ya no puedo disimular más.

Un día no tan normal

aspiranuda

Hay días que el tiempo te sorprende.

El reloj avanza y las cosas acaban siendo menos cotidianas de lo que prometían.

06:50
Últimamente hay días que Juanjo se despierta pronto y con vigor. Cuando tus hijos van dejando poco a poco de ser pequeños, poco a poco se recupera tiempo marital. Aunque sea en franjas horarias no recomendadas para tener un sueño placentero. Y mi marido, últimamente, ha recuperado el apetito mañanero. Con dos universitarias y un preadolescente en la familia, parece que vuelve a recordar que le gustaba aprovechar el vigor matutino con su joven mujercita. Me lo hace saber con gestos de rutina. Esa rutina los ha hecho menos efectivos, pero sigue siendo agradable que tu marido te bese los hombros y el cuello, te tome un pecho con la mano y puedas sentir su dureza en las nalgas. Excito a mi marido, eso nunca estará en duda. Como preludio no está mal. Lo que viene después también sigue la rutina. Rapidez apremiante, torpeza soñolienta y final anticipado. Ducha y final.

Fue bonito mientras duró.

07:10
Mi turno para una ducha, que se lleva algunos restos del breve amor marital, pone inicio al día. Un día normal, de diario, para una madre joven y esposa trabajadora. El agua tiempla parte del deseo apagado de un revolcón mañanero demasiado abreviado. Hay que ponerse en marcha y no hay tiempo para alivios solitarios. Eso es cosa de los fines de semana, cuando hay plazos domésticos menos ajustados.

Suave sombra malva para resaltar el azul de los ojos y un poco de pestaña. El resto al natural. Coleta alta, el peinado de las mamás ocupadas y laboriosas. Sujetador y tanga de buena firma en color nude, con brocados y alguna transparencia como única concesión a la sensualidad más sofisticada. Unos buenos jeans de tono claro y una camisa blanca, de corte moderno, en popelín crudo. Confirmo que estoy guapa en los breves segundos que paso al espejo antes de pasar a las tareas.

Desayunos. Frutas y tostadas para Juanjo y sus hijas. El pequeño es más fiel al Cola Cao, todavía, y a un trozo de bizcocho del día anterior. Zumos, galletas, cereales, mantequillas y mermeladas. Chuparse los dedos rápido y ajustarse las botas altas, que hay que salir al reparto laboral.

08:10
Tere y Bea usan ahora mi coche para ir al campus. ¡Qué rápido crecen! Así que, como sus hijas han crecido, hasta que llegue el tercer automóvil a la familia es Juanjo quien nos deja a Lucas y a mí en el colegio. Lucas a estudiar, yo a trabajar. Mi hijo ya es mayor como para que le acompañen hasta la puerta y yo soy considerada como para no hacerlo delante de sus compañeros. Nos despedimos fuera y cada uno por su lado. Él con sus amigos, a través del patio. Yo a través de las miradas habituales de papás, alumnos mayores y algunos otros profes, hasta mi primera aula.

14:00
Las mañanas a veces pasan rápido y ésta ha sido una de ellas. Trabajo intenso, que suele ser la mejor compañía para que las horas corran hasta llegar el final del turno. Y hoy no tengo turno de tarde. Teresa me recoge a la salida del colegio para ir a comer a casa. Juanjo suele comer en el trabajo, Beatriz queda hoy con compañeras de clase y Lucas prefiere hacerlo en el colegio con sus amigos, así que entre las dos nos organizamos un revuelto y una ensalada. Ella se marcha en seguida porque tiene exámenes y se va de cabeza a la biblioteca.

15:15
Notas cuando tu casa es demasiado grande si al quedarte sola puedes escuchar el silencio.

Yo he aprendido a amar ese silencio, esos momentos para mí. No puedo evitar entenderlos como pequeños oasis de vida personal. No sé si al resto de madres o esposas les ocurre lo mismo, quizás soy mala en mis pensamientos por querer disfrutar, de vez en cuando, de esos momentos de soledad. Pero así es. Los disfruto.

Recojo la mesa y llevo una parte de colada a mi habitación de matrimonio. Después de acomodarla, me miro al espejo. Entra una luz magnífica por las ventanas, se va anticipando la primavera y el sol ya empieza a ser fuerte. Me veo especialmente guapa en mi propio reflejo. Será la luz.

Abro las cortinas y despejo el ventanal por completo. Vuelvo al espejo a mirarme.

Sí, definitivamente, tengo muy buen aspecto. Estoy a punto de cumplir los treinta y cuatro. Soy una niña, como quien dice. Mirándome entiendo las miradas, por la calle, en los parques, en el centro comercial, en las aceras. También entiendo los piropos, los silbidos, los suspiros y resoplidos que oigo (los oigo perfectamente) al pasar. Y soy condescendiente con mi propio protagonismo. Con mi idea, atrevida y egocéntrica, de tener mi propio blog de adúltera anónima cuando todavía sigo siendo una mujer fiel.

Hoy no es un día cualquiera. No va a serlo.

Tengo unas horas por delante. El rigor y el horario familiar marcan que son las horas de las «tareas domésticas». Dos palabras que, cuando van juntas, se suelen usar como celda de plata para una mujer, esposa y madre. Pero son MIS tareas domésticas. Aunque no las descuide, puedo acomodarlas como quiera. Y hoy quiero algo especial.

No sé de dónde viene la idea, pero toma forma de manera muy clara. Me muevo con determinación, como quien prepara los pasos naturales de un proceso preestablecido. Voy por todos los cuartos de la casa despejando sus ventanas, abriendo sus cortinas y dejando que la luz de esa primavera entre en toda la casa.

Y cuando el sol de marzo entra por toda la casa al máximo, vuelvo a mi cuarto. Al espejo.

15:45
Me descalzo. Noto el tacto de la madera tibia del suelo en las plantas de los pies.

Los jeans van también a parar a ese suelo. Los recojo y los coloco en su percha antes de mirarme al espejo. Con la camisa blanca y sin pantalones parece que estoy posando para alguna fotografía. Es una imagen poderosa, quizás el icono más erótico que una mujer puede dar, cuando sólo lleva su camisa y, debajo, nacen las piernas desnudas, a la vista. Me miro por la derecha y por la izquierda. Admiro mis muslos. Y en todo ese tiempo no reparo todavía en que el ventanal está completamente abierto. No sé si algún vecino podría verme. La idea me sube el pulso, me golpea el estómago.

Sobre todo sabiendo que no he terminado.

Abro la camisa, botón a botón. Por primera vez en mucho tiempo, me desnudo para mi misma. Me seduzco al espejo, mi reflejo me hace un striptease convincente. La camisa blanca va dejando paso al sujetador, el abdomen, mi ombligo, mis pechos, mis hombros y brazos, antes de terminar sobre mi cama.

Realmente mi marido tiene un gusto excelente para la lencería. Este conjunto es bellísimo, me favorece. ¿Es deseo esa sensación que tengo en los muslos? ¿Es un resto del deseo frustrado en un mal polvo mañanero con Juanjo? ¿O acaso me estoy deseando a mi misma reflejada en el espejo?

Me quito el sujetador. No como nos quitamos las mujeres el sujetador todos los días, sino como las mujeres del cine se quitan el sujetador cuando quieren seducir a los hombres del cine. Primero un hombro, luego el otro. Luego el broche, pero no tan aprisa. Me sonrío a mi misma, coqueteo con mi mirada, devuelta por el espejo. Libero mis pechos.

Y la ventana sigue completamente despejada. No miro para ella. Creo recordar que hay tres o cuatro ventanas de vecinos que tienen dominio sobre el ventanal de nuestra habitación de matrimonio, pero no quiero comprobarlo. En parte mi valor se basa en la naturalidad. Naturalidad para hacer algo tan poco natural como estar desnuda por la casa.

El tanga sigue a su compañero sostén. También se va sobre la cama. Me sorprende la facilidad con la que me lo bajo. También me sorprende que me tiemblan un poco las manos. «Pero si estás sola», me digo. «Sola, sí, pero podría verme alguien«.

Ese alguien es la promesa. No tiene cara ni nombre. Puede ser este vecino, o aquel. O puede ser la esposa de alguno de ellos y pensará que estoy loca. O quizás me envidie. O quizás ella ya ha probado esta sensación de desnudarse en su propia casa. Con mi dedo, suave, acaricio las pequeñas marcas que la ropa interior ha dejado en mi cadera, abdomen y torso. Se irán rápido, porque preveo estar desnuda un rato.

15:55 (aproximadamente)
Estoy completamente desnuda, pero mi cuarto no será la frontera. No en esta ocasión. Ya es la frontera del sexo, el único territorio donde mi marido y yo practicamos el placer del matrimonio, en un guión convencional y repetitivo.

Así que un poco antes de las cuatro de la tarde, pongo un pie fuera de mi cuarto. Desnuda. Del todo.

Por primera vez.

Camino sobre las puntas. Como si temiese despertar a algún poderoso animal dormido en alguna parte de la casa. Ese animal dormido quizás sea mi propio deseo. ¿Temo despertar a mi propio deseo?

Camino por el distribuidor, hasta el hall. Me detengo. Unos segundos en mi propio recibidor, totalmente desnuda. El pulso se me acelera. ¡Qué tontería! Tampoco hago nada tan raro ni peligroso. Pero no debe de ser del todo inocuo, cuando mi cuerpo reacciona. Veo las fotografías familiares en el recibidor y me ruborizo. Estoy desnuda en mi casa, en la casa de mi familia.

Este pecado debe tener algún nombre. Y seguro que tiene su castigo.

Vuelvo al cuarto auxiliar. Tomo otra parte de la colada. Noto el tacto de las prendas sobre mis pechos, una sensación que no conocía. Hay algo obsceno en que una mujer sostenga la ropa de la hija mayor de su marido mientras está desnuda, supongo. Quizás esa obscenidad inocente, que en el fondo no llega a dañar a nadie, sea la que me estimula. Llevo la colada al cuarto de Tere.

Huelga decir que nunca había estado desnuda en el cuarto de las hijas de mi marido. En ninguno de ellos. En pocos minutos voy haciendo los viajes necesarios entre el auxiliar y sus cuartos para acomodar la colada en sus armarios, colocar su ropa en su lugar. Desnuda. La sensación de pudor es tan indescriptible como ilógica, pues estoy sola. Ellas no me ven. ¿Les falto al respeto? ¿Quizás a mi marido?

No lo sé, pero la sensación es embriagadora.

¡Quizás me vean por las ventanas! Es la segunda vez que lo pienso. Para eso he abierto por completo todos los ventanales de la casa, para que exista el riesgo. Me lo he buscado yo sola. «Esto es lo que querías, o no habrías abierto las ventanas», me digo. Un ruido en el exterior me obliga a repetirme esa frase unas cuantas veces más, para convencerme y mitigar el sobresalto.

El sobresalto no sólo ha traído aumento del pulso. Cuando vuelvo a la habitación auxiliar para seguir recogiendo la colada, bajando las escaleras, me doy cuenta de mi humedad. Una humedad que no está provocada por nadie, sino por la extraña situación. No cabe duda: la situación es extraña, pero me agrada.

Son todavía cuatro viajes más para terminar de repartir la colada en todos los armarios. En esos viajes se incluyen también nuevas primicias, pues nunca había estado desnuda (tampoco) en la habitación de Lucas. Cada ascenso y descenso por las escaleras evidencia mi humedad, que va creciendo. Terminada la colada seca, pongo la colada nueva. La ropa de plancha, la secadora y la lavadora.

El cuarto auxiliar no tiene ventanas, así que aquí mi desnudez es anónima, es sólo para mi. Pero tiene aire, ese aire inerte y templado que habita mi casa y que siento sobre mis nalgas, mi espalda y mis pezones y que nunca antes había notado.

Planchar desnuda es tan aburrido como hacerlo vestida. Y especialmente si lo haces en un cuarto sin ventanas. Quizás para la siguiente ocasión que planche desnuda deba hacerlo en la terraza. Pero sospecho que si hago eso acabaría en el calabozo por escándalo público.

16:30
Con la colada terminada, mis sensaciones son casi normales. Al volver a la cocina y ver mi cuerpo desnudo reflejado en el enorme espejo del recibidor es cuando me doy cuenta otra vez de que estoy totalmente desnuda. ya me había acostumbrado. Entro en la cocina. El lavaplatos ha terminado su misión. Tenía poco trabajo hoy.

Nunca había pensado que el lavaplatos fuese un electrodoméstico tan sexual. Abrir su puerta y extraer su bandeja, estando desnuda, resulta obsceno. Los pechos cuelgan ligeramente y la postura de ofrecimiento es pornográfica. Es entonces cuando me doy cuenta de que no había abierto todas las ventanas: me había dejado las de la cocina. Lástima, los vecinos sin rostro se han perdido la apertura de lavaplatos.

Me acerco al ventanal de la cocina y lo abro. Estoy prácticamente junto al cristal. Veo a una vecina recogiendo su colada en el jardín y casi me muero en el sitio. Tengo que hacer un acopio de fuerza de voluntad para no taparme, alejarme de la ventana y cerrar la cortina.

«Si me ve… ¿qué pensará?»

La pregunta es cínica. Tendría que haberlo pensado antes. Me reprendo. Hay que hacer las cosas hasta el final, una vez que lo has decidido. Así que abro el resto de la cortina. El ventanal de la cocina es uno de los más expuestos, da directamente al frente de la casa y desde él se domina la vía principal de la urbanización, además de las casas más cercanas. Eso significa que cualquiera podría verme desnuda. Recuerdo la sensación de aquel día tan sabroso en que desayuné en sujetador en este mismo ventanal. Y me masturbé. Quizás me vio alguien ese día. Quizás esa persona me ve ahora también, casi un año después.

A esta hora no parece haber movimiento. Sólo la vecina que termina su colada en el jardín, pero está muy lejos como para verme. De todas maneras, me doy la vuelta y me ocupo de devolver el menaje desde el lavaplatos a sus lugares correctos. Desnuda y de espaldas al ventanal. Me toma unos minutos. Estadísticamente aumentan las posibilidades de que alguien me vea desnuda, de modo que, aunque el suelo de la cocina no es tan cálido como la madera del resto de la casa, me tomo con calma la labor nudista.

17:00
¿Pasar el aspirador desnuda?

No parece un trabajo muy erótico, pero es cierto que es uno de los que más calor provoca. Estar desnuda al menos me refrescará. Saco el aspirador y repaso toda la casa, nuevamente con calma. Mis pies agradecen volver a la madera y el cambio de temperatura se refleja en todo mi cuerpo. El suave bamboleo de mis pechos al circular con el electrodoméstico resulta una especie de extraña danza erótica.

En mitad de la labor, suena el teléfono. Eso sólo un mensaje de texto, pero el timbre y la vibración tan inmediata me devuelven a mi desnudez, de una bofetada y con un sobresalto. Para mayor sonrojo, el texto es de mi hijo que me anuncia que vendrá después de clase a hacer tareas en grupo con dos compañeros. Me siento sucia pero también excitada. El mensaje de texto me aguijonea a disfrutar de la hora escasa que me queda por delante antes de tener que volver a convertirme en una madre normal para cuando lleguen los chicos.

Termino con el aspirador en el gran salón. Con la ventana totalmente despejada me doy cuenta de lo expuesta que es esta habitación. Antes de pasar con el aspirador ante el gran ventanal me convenzo de que es prácticamente imposible que no me vean, pues la habitación es amplia y la vista es muy frontal hacia otras casas de la urbanización.

Lo asumo y me pongo en el foco. Entro en la «zona prohibida» del salón en la que soy visible para el exterior. Para ese vecino anónimo sin rostro que podría estar mirándome. Quizás Paco, el médico del cual sospecho que debe tener una mente muy sucia desde aquella vez, hace años, que nos cruzamos en un sex shop. Aunque no estoy segura de que la casa de Paco tenga vistas a este lado de mi casa…

No miro a la ventana. No quiero comprobar que soy visible, simplemente paso el aspirador con calma, con toda la elegancia posible. Mi el sol tiempla mi cuerpo desnudo, noto el sudor y vuelve la humedad. Esta vez es un poco mas persistente. Si no me conociese, diría que me estoy poniendo cachonda. Con la gran tensión, me doy cuenta entre ensoñaciones y excitación de que llevo cuatro pasadas al mismo sector del suelo. El salón ya está aspirado, así que no tengo por qué seguir ahí. No tengo excusa ya.

17:30
Guardo el aspirador. Pero vuelvo al salón.

Tengo unos minutos antes de tener que volver a ponerme el disfraz de madre normal, como hacía Supermán con Clark Kent. Y las pasadas de aspiradora han terminado con mi pudor. Cojo el control a distancia del televisor, me siento en el sillón grande y enciendo el televisor. Como corresponde a estas horas, sólo hay programación para amas de casa, prensa rosa y algún telenovelón. Prácticamente no presto atención a la pantalla, porque las sensaciones nuevas captan mejor mi atención.

Sólo una vez había sentido la piel del sofá directamente sobre mis nalgas. Estaba recién casada con mi marido, sus hijas estaban pasando el fin de semana con su madre y nuestro hijo no había nacido. Ni siquiera era este mismo sofá, pues lo compramos cuando Lucas tenía ya siete años. Esa fue la única vez que mi marido tuvo un golpe de excitación con su joven esposa veinteñera. Me folló en el sillón y las cuentas dicen que es muy probable que me dejase embarazada. Fuese o no el motivo de mi preñez, aquel polvo lejano fue de los más placenteros en todo mi matrimonio.

Ahora lo siento tan lejano que casi ni lo recuerdo. Pero sí las sensaciones.

Toda mi piel calienta la piel natural del sofá. Desde donde estoy veo ventanas de otras casas. Soy un blanco fácil aquí para cualquier mirón. No quiero ni pensar en qué vecinos viven en esas casas, no quiero identificar a los posibles mirones, ni suponer si la visión de mi cuerpo desnudo les agradaría o les escandalizaría. Podría ser todo un escándalo en la urbanización, donde el cotilleo es pasión.

Me puedo meter en un lío con todo esto que he estado haciendo.

¿Pensarán que espero desnuda a mi marido para darle una «sorpresa» marital?

Pero ya lo he hecho, así que al menos quiero sacarle rendimiento. Recuperar el orgasmo hurtado por la mañana en un mal polvo mañanero con un marido adormilado.

Sé que me pueden ver donde estoy. Y aun así, abro mis piernas sobre el sofá. Quizás la pose más obscena que he hecho jamás en mi vida. Mis caricias son apremiantes, no tengo rodeos, ni siquiera me estimulo. Simplemente abro mis labios, me asombro de su humedad, de su calor, con mis dedos mojados.

Y me doy placer. Gimo al instante. Hacía meses que no estaba tan cachonda.

Ahí, donde cualquiera de esos vecinos en los que no quiero pensar, pero a los que tengo en mente, podría estar mirando. Ahí mismo, abierta de piernas, con vulgaridad y necesidad, me penetro con mi mano. El éxtasis llega pronto. Entre gemidos que se escapan de mi pecho con desesperación y que se cuelan por las ventanas abiertas.

18:00
Me he debido volver loca.

Me he expuesto al vecindario. A sus ojos. A sus oídos. A una hora que saben que no está mi marido.

Pero menudo gusto me he llevado.

Tengo el tiempo justo para ponerme una braguita, unas sandalias y un vestido que cubra mi desnudez, mi pecadito privado de esta tarde, antes de que mi hijo y sus compañeros lleguen para aplicarse a sus tareas escolares.

Su sola presencia en mi casa, que vuelve a ser de nuevo un hogar familiar, me hace sonrojar por mi atrevimiento y lujuria de las horas anteriores. Pero mientras les preparo la merienda con amor maternal tengo cada vez más claro que no será la última vez.

Repaso mensual – Abril

En vista del éxito del mes anterior, vamos con el repaso mensual de los términos más raros que Google ha utilizado para enviar a internautas a mi blog. Otra vez, un rinconcito para la risa.

sandalias tacón malva

Está claro que Google cree que este es un Blog de Moda.

sudo mucho la tanga

Sin comentario posible.

cuestionario cachondo para despedidas de soltera

Me alegro de ayudaros a montar despedidas de soltera.

bikini transparentó

… y pecho vio.

lenceria de pechos en la ducha

Ducharse con lencería estropea las prendas.

pelicula donde aparece desnuda tere la secretaria
pelicula tere la secretaria culo

Tere la Secretaria debe ser muy famosa.

mi madre vio las notas y me pego luego me fo*** porno

Eso se llama un cambio de actitud radical.

llevo a mi mujer al cine para que se la follen

¿No sería mejor otro lugar? No sabía que los cines tuviesen tanto movimiento.

se puede masturbar despues de extraccion de muela

Si lo logra, desde luego es una persona muy vigorosa.

como me cojo a mi prima que es muy educada

¡Qué bien educada que está!

luis 15 tacones

Las tres palabras se comentan solas…

si mi amante me dice que siempre siempre se masturba pensando en mi?

Pues debes creerle siempre siempre.

como se diseñan los camisones juveniles

Con un lápiz.

nombre que se le da las personas que se masturban pensando en su pareja

Pregunta en la Real Academia Española de la Lengua.

que pasa si uno se masturba pensando en otra persona

¿Que da gusto?

me excitan las sandalias de mi maestra

O eres fetichista extremo o lo que te excita va a ser la maestra, no su calzado.

flujo vaginal destiñe bombacha

Sólo el de Wonder Woman.

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Me desayuno

Es un placer extraño para una madre y esposa desayunar a solas en su propia casa.

No quiero parecer insolidaria, ni una madre irresponsable, pero el día a día cotidiano nos hace añorar lo que ya rara vez tenemos. En mis desayunos hay habitualmente cafés y colacaos, tostadas y besos maternales, mermeladas y mantequillas, pero no hay silencio ni intimidad.

Hoy sí lo hay.

“Una conjunción familiar hace que esta mañana de sábado Julia desayune sola”.

Casi no puedo ni creérmelo pero, desde luego, lo voy a celebrar. Una madre nunca sabe cuando será la próxima vez que tenga el raro placer de desayunar en silencio y sin necesidades urgentes que auxiliar a su alrededor.

Me voy a celebrar mi propio desayuno privado.

Cerca de la urbanización hay una pastelería delicatesen que hace unos bollos de mantequilla para derretirse de placer. Es precisamente lo que necesito. Sandalias, vaqueros ajustados, camiseta desenfadada y el pelo recogido para darme un paseo hasta ese lugar de vicio y perdición que, para cualquier mujer, es una pastelería. Pocos hombres conocen el secreto de cómo llegar entre nuestras piernas a través de nuestro paladar. Una verdadera lástima. Con este pensamiento en la cabeza llego al establecimiento. Un verdadero cerebro en marketing contrató como dependienta de los fines de semana a una dulce chica morena, de voz angelical y ojos de hada, todo amabilidad. Ella no lo sabe pero hoy es cómplice de mi placentero desayuno secreto a solas. Me despacha los bollos en una bolsa de papel muy sofisticada mientras me hace, entre sonrisas, las preguntas normales sobre mis hijos.

– Se han ido todos, hoy desayuno sola.

En su mirada me parece ver algo de entendimiento, comprensión de la tranquila y sensorial celebración de mi desayuno a solas. Con su dulce sonrisa y mi bolsita de papel rellena de bollos del pecado me vuelvo a mi casa. Ya en la urbanización, saludo a varios vecinos que me devuelven miradas educadas y algún soslayo breve a mi cuerpo. Noto en sus saludos que más de uno de ellos estaría gustoso de venir a desayunar a mi casa hoy. Está bien tenerlo en cuenta. El futuro es largo.

Pero hoy desayuno sola.

Espontáneamente, en cuanto atravieso la puerta sé lo que tengo que hacer. Una ocasión especial como esta merece un atuendo especial. Por eso las sandalias se quedan en el mueble y los pantalones y el top se acomodan en un taburete de la cocina. Qué mejor manera de desayunar conmigo misma que hacerlo en lencería. Unas braguitas suaves de blonda celeste y un sujetador que le va a conjunto. Cómoda y sexy.

¿Cuántas mujeres en el mundo habrán puesto la cafetera en bragas y sujetador?

Desde luego, muchísimas. Hoy soy una más de ellas. Este sencillo acto, impropio en un hogar familiar, me hace ser más consciente del raro festejo que estoy celebrando. En seguida el olor del café llena la cocina. Creo que nunca os lo he dicho, pero el olor del café recién hecho por las mañanas me resulta muy erótico. También el de las tostadas. Nunca lo he consultado con un especialista pero sería divertido ver la cara que pone un psicólogo si le cuento algo así. Por supuesto, hago tostadas para acompañar ese café que está hirviéndose. También troceo un mango y unto con mermelada de fresa mis bollos de mantequilla.

Todo mi festín en un plato y una taza.

Me siento en el taburete. Nunca había sentido la piel de los taburetes de mi cocina directamente sobre mis nalgas y la parte superior de mis muslos. La sensación es nueva, diferente. Me siento expuesta, aunque no hay nadie más conmigo. Resulta muy excitante. El mango fresco me llena la boca, jugoso. Gotea mi barbilla. En el segundo trozo decido dejarlo gotear en mi busto y noto como resbala su esencia entre mis pechos. Sorbo de café caliente, contraste muy amargo, masculino. Mi propia taza de café me seduce.

El primero de los bollos con mermelada llega como el primer sexo oral: marca el final de los preliminares. Este desayuno está yendo más allá de lo que había pensado. Chupo la mantequilla, lamiendo muy despacio la superficie suave del bollo, antes de tragármelo casi entero. Nunca le había hecho una felación a un bollo de mantequilla. Cojo el segundo y me voy al ventanal. Me apoyo en la pared y miro hacia fuera mientras saboreo más despacio el segundo bollo. Desde mi cocina, casi desnuda, veo pasar a dos vecinos, uno hacia su casa y otro desde ella hacia el coche. Ellos seguramente no me ven, pero otros sí podrían verme ahora mismo desde sus casas. Eso me da un escalofrío. Nunca he sido así en mi ambiente. Es mi primer acto de exhibicionismo en mi urbanización, desayunando en bragas ante el ventanal de la cocina. Puede parecer poco, pero es un gran salto para mí.

Cuando termino el segundo bollo estoy ya cachonda. Noto mi humedad. Puedo incluso olerla. El hecho, raro, de sentir el aroma de mi sexo en mi cocina, entre el olor a café y tostadas, me provoca una curiosa mezcla de pudor y deseo. Cojo la taza de café con las dos manos, como si su calor me confortase en esta sensación nueva para mí. Saboreo la taza mientras veo a una de mis vecinas, Eva, que sale a regar las plantas de su terraza. La observo mientras bebo el café despacio. En uno de sus movimientos de cabeza creo que me ha visto. Al menos, me parece que ha podido ocurrir. El escalofrío es punzante. Pero no me disuade, sino que me dispara.

Es precisamente esa posibilidad la que me decide. ¿Qué pensará de mí si me ha visto? Desayunando en braga y sujetador frente al ventanal, donde podrían verme los vecinos de varias de las casas cercanas e, incluso, alguno desde fuera de las parcelas. Eva no es una de las vecinas cotillas de la urbanización, pero si me ha visto desde luego tendrá su propia opinión. Todo esto me embiste. La excitación está ya en el límite, con un sabor especial que nunca había sentido antes.

Está decidido. Me voy a masturbar aquí, en la cocina. En la misma cocina en la que desayunan mis hijos y preparo café con pastas para las visitas de cortesía.

Me separo del ventanal y apoyo una nalga en el taburete. Mi mano derecha se pierde dentro de mi braga, acariciando mi humedad. Doy otro sorbo al café, que sostengo todavía en mi mano izquierda. Esa taza es el componente masculino en todo esto, no hay duda. Por eso huelo y saboreo su último sorbo justo cuando entierro dos dedos dentro de mí. La humedad me ayuda a hacerlo con suavidad.

Me estoy masturbando. Sin prisa. En mi cocina. En bragas. Desayunando.

No tengo apuros. Gozo de mis labios, de mi clítoris. Me siento libre y extraña, fuera de mi cuerpo, tomada por una fuerza que no conozco. No hay apremio, sólo un dulce disfrute privado que sólo yo entiendo. Mientras me masturbo sigo sosteniendo la taza, pero cada vez mi cuerpo se tensa como una cuerda. El taburete resbala, la mano se sacude, se agita. Empiezo a luchar conmigo misma en mi sexo. El ruido de la porcelana contra el suelo me dice que he soltado la taza. Y no hay instinto de madre, no pienso en recogerla con cuidado y limpiar el suelo. El ruido de la porcelana rota me dispara: soy esa madre que se masturba en la cocina en que desayunan sus hijos y estoy tan entregada que he roto la taza.

Mi sexo se precipita y me consume. Sabiendo perfectamente lo que hago, cojo el plato sobre el que he desayunado y lo tiro al suelo con fuerza, haciéndolo añicos, mientras mi mano sigue hundida en mi humedad. El ruido del plato roto es un orgasmo que me dispara, echándome hacia adelante, sobre la barra, en un gemido. Es entonces cuando me doy cuenta de que llevo minutos rebotando mis jadeos contra el eco de la cocina. La sola idea de que mi sexo suene y retumbe en ese lugar de la casa me hace perder el poco control y vaciarme de tensiones. Me dejo ir en un orgasmo tan dulce como los bollos con mermelada.

Ya no puedo decir que nunca he roto un plato.

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Repaso mensual – Marzo

Siguiendo una costumbre que me he encontrado en otras bitácoras y me ha hecho reír, este mes inicio un repaso mensual de los términos de búsqueda más raros utilizados para llegar a mi blog. Así introducimos un poco de humor viendo qué buscan algunas de las personas que acaban llegando a este rincón íntimo gracias a la magia de Google.

 

porque me gusta masturbarme pensando en mi novio

Pues si no lo sabes tú misma, chica, no creo que te lo pueda responder yo.

si veo una mujer con delantal la quiero fo***

Pues mejor no pases por una pastelería.

perfil psicologico de mujeres que gustan del cine erotico

No sé yo si hablo en el blog de cosas tan serias, pero es una idea.

como sorprendi a mi esposa siendo cogida por todo el personal

Si lo buscas en Google, debe ser que tu esposa es realmente famosa. También sería interesante saber cómo de grande es esa empresa, para saber de cuánto “personal” estamos hablando…

la mulata que pasa un susto con el tamaño de la po*** del mulato

Digo yo que la mulata ya debería estar acostumbrada, ¿no?

el tanga no se lo tapa en la playa

Este debe hablar en clave.

videos de venezolanas marcando c*** con jeans ajustados

Pues si lo marcan a través de los vaqueros, menudas mujeres esas venezolanas.

me lleve a un hotel a mi cuñada

… y busco en Google a ver si ya se ha enterado alguien más de la noticia.

me masturbarme pensando

Deberías probar mejor a hacerlo “tocando”.

me gusta que me masturben

¿Y a quién no?

sujetadores adhesivos en bikini mojado se nota

Es cierto que se notan muy bien en un bikini mojado los sujetadores adhesivos…

pechos

Es un honor que Google redirija a mi blog a alguien que busca “pechos” a secas.

me confunde con su marido y me folla

Una confusión considerable.

me masturbe pensando en mi

Eso se llama amor propio o tener el ego muy alto.

tacones segun tu signo

Sin comentarios.

mi esposo trabaja manejando un bus inetmunicipal y ya no me lama

El consultorio matrimonial era en otro blog.

que pensar para masturbarse?

Pues si tú no lo sabes…

fuy a por las notas de mi hijo y me j*** a la maestra

Debió de ponerle muy buenas notas a tu hijo para que se lo agradezcas tanto.

que es exhibicionismo wikipedia

Uno que no lo tiene nada claro.

tias desnudas con camisetas transparentes

Si están desnudas no pueden llevar camisetas. Es lo que tiene estar desnuda.

tere la secretaria calzon

Habrá que conocer a esa Tere si es tan famosa.

significado de que mi novio me regale puros bikinis

Es una indirecta: te quiere llevar a esquiar a la montaña.

test chicas – ¿te has masturbado estando colocada?

No se acordaría.

jennifer love hewitt embarazada latex

¿No es una búsqueda demasiado específica?

tias desnudas con sujetador pequeño y tetas grandes

Repito. Si están desnudas ¡no pueden llevar ropa!

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De diez – 10 famosos para volverme loca

Después de atender el mes pasado la sugerencia de un lector de mencionar a diez mujeres famosas con las que tendría una aventura lésbica, es lo más justo permitirme hablar de los diez hombres famosos con los que me encantaría perder la cabeza y el honor en un momento de locura. Al fin y al cabo, el blog es mío y lo normal es que hable de mis gustos, ¿no? Pues me gustan bastante más los hombres que las mujeres.

Podéis aprovechar para saber cosas de mi personalidad a través de los hombres que me atraen.

Como el blog también lo leen chicas, aunque sean más tímidas, pondré fotos de todos (I’m sorry, boys).

Hugh Laurie. Vale, no soy original. Ha sido el hombre de moda durante estos últimos años en la televisión. Hay que reconocer que no es un tipo guapo, aunque esos ojitos son de los que pueden hacer perder la cabeza a cualquier mujer. Yo también me he visto seducida por el doctor House, pero le veo más como ese profesor maduro y canoso al que todas nos gustaría tentar, acariciándole la barba mal afeitada y revolviéndole el pelo. Para una sesión de sexo de verdad, con un hombre de verdad.

Julian McMahon. Y seguimos con médicos. En este caso sí es el médico que a muchas nos gustaría tener. Haría mucho más fácil el ir a las revisiones y quitarse la camisa, aunque los calores subirían muy rápido a la cara. Su personaje del doctor Troy es de los que me hace realmente fantasear. Si algún día tengo que ir al cirujano plástico, que sea con él, para luego tener un revolcón de camilla muy tórrido.

Colin Farrell. Un actor más o menos de mi misma generación que me gusta desde que lo vi la primera vez en el cine. Dicho vulgarmente, me enciende el motor. Es cierto que a veces da un poco de grima, pero ese aspecto canalla y un poco pasado me pone un montón. Ideal para un adulterio por todo lo alto, no veo a nadie mejor para tener una de esas infidelidades de película, apasionadas y sucias que acaban siempre con los amantes fugándose en lancha.

Serge Ibaka. He tenido que buscar su nombre en Google, porque no soy una experta en baloncesto precisamente. El chaval es un jugador del Congo con 22 años muy bien distribuidos, como se ve en la foto. Ahora juega con la Selección Española. El verano pasado fuimos en familia a ver un partido y cuando pasó cerca me pareció imponente. Es verle y volverme muy carnívora. Creo que no hace falta que explique por qué me atrae. Salta a la vista. Así sí que se promociona que a las mujeres nos guste el deporte.

Chris Evans. Así da gusto llevar a tu niño a ver una película de superhéroes. Primero fue Hugh Jackman, que no está nada mal pero me lo veo un poco mayor para mí. Este chico, que es sólo un poquito más joven que yo, me va mucho mejor. Es guapo de dolerle la cara y, encima, está bueno. Pero bueno, bueno, bueno. Quién me iba a decir que El Capitán América iba a gustarme tanto. Y que conste que yo no era la única mamá en la sala un poco sofocada después de alguna escenita. Está para poner a prueba su resistencia y musculatura, pero en horizontal.

David Beckham. Ya lo dije alguna vez antes en el blog. A mí me gusta Beckham. Es verdad que a veces es un poco fashion victim, que su mujer es repelente y que llegaron a estar hasta en la sopa. Pero el chico merece tres o cuatro revolcones. Tiene esa mezcla encantadora entre niño bueno con un punto de picardía y el físico de leñador que alimenta a la familia y que tanto nos pone a las mujeres, tocándonos el instinto primitivo. Hasta los tatuajes carceleros le quedan bien a este hombre. Para darse un homenaje rico, rico.

Mario Casas. Me da un poco de vergüenza confesar que me pone este ídolo de adolescentes. Ya sé que es muy joven para mí, pero diez años no son nada. Las hijas de mi marido han sido de la generación de chicas que ha crecido con posters de este chico en su cuarto y sus carpetas. Y la verdad que es una maravilla entrar en su cuarto y ver esos posters. Debe ser que  ya me voy haciendo mayor, pero reconozco que no me importaría que un chaval de este estilo pasara por mi casa de visita. Es el perfecto amigo de tus hijos para cualquier madre con ojos en la cara.

Xavi Hernández. Seguro que de todos los futbolistas del mundo, este no es el que más desata pasiones femeninas. Pero es mi debilidad personal. Con esa cara de buen chico, parece el típico buen chico al que te gustaría enseñarle todo lo que tiene que saber en una cama. Y también por el suelo, en la alfombra o donde haga falta. Además es más bajo que yo y a veces hay que variar de modelos estéticos. Es difícil explicar, pero me excita un montón.

Matthew Fox. Este actor hacía que mereciese la pena ver la serie Perdidos y aguantar todo el lío de argumentos sólo para ver lo bien que le quedan las camisetas. El perfecto “tío normal”, porque parece que podría ser el marido de una amiga o un vecino o un compañero de trabajo, pero estando más bueno de lo que normalmente te encuentras a tu alrededor en el día a día. Con este, directamente, creo que podría tener sexo todos los días durante años.

Jenson Button. Soy una esposa de la Generación Fórmula 1. En mi matrimonio hay muchos domingos compartidos con los coches, hasta con reuniones sociales en casa con hombres viendo las carreras. Uno de los pocos alicientes para ser una “esposa fórmula uno” es este piloto. Ahora me entero de que es inglés. Sólo me sabía su nombre y su cara. Desde luego, está mucho más sabroso que Fernando Alonso. Para irse con él a un fin de semana de lujuria propia de pilotos ricachones, que te lleve en su cochazo y pagarle el favor en hoteles de lujo.

Me sorprende ver la cantidad de deportistas que hay en mi lista.

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ad.ultera@ymail.com

Recuerdo de Alfonso: Merche

Recuerdo que hace tiempo, cuando trabajaba en Barcelona, tenía una compañera de trabajo que desbordaba simpatía, ojos alegres, sonrisa amplia y que sin llegar a tener una gran amistad éramos buenos compañeros de trabajo, de trabajo sin más.

Yo entonces era muy inocente, con 25 años, pero inocente, nada malpensado, y ella desbordaba simpatía además de belleza. Trabajábamos juntos mesa con mesa y, aunque me sorprendiera mirándole alguna vez el escote, o cuando se levantaba para decirme algo en mi mesa, yo sentado y ella inclinada con el escote un poco abierto (yo miraba descaradamente) no había tensión sexual entre nosotros. Era una amistad normal, de buenos compañeros de trabajo, ella tenía su novio y yo mi novia. Ella me contaba (pocas veces) alguna picardía y yo le hablaba de mi «estado de necesidad» al estar a 300 km de mi novia.

Los lunes le decía:
-¡Mírala que contenta está, como se nota que ha habido traca el fin de semana!

Y ella contestaba:

– Pobrecito… a ver si vamos a tener que hacerle algún favor al necesitao.

Y sonreía.

Un lunes apareció más radiante que de costumbre y la estuve observando a gusto, de arriba a abajo, con detenimiento y casi con avaricia. Llevaba un vestido de falda ancha, blanco y con flores verdes, primaveral, hombros al aire, escote regular.

Por el pasillo ya venía riéndose de mi mirada descarada.
-Anda que vaya repaso que me has dado – me dijo al llegar a mi altura.
-Más de uno te iba a dar – contesté yo, y nos pusimos colorados los dos…

(Jajaja, ¡que inocencia!)

Desde aquí, Merche, te mando un cariñoso beso y quiero que sepas que tu recuerdo es capaz aún de traerme una sonrisa a los labios.

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Gracias Alfonso por enviarme este tierno y sensual recuerdo de morbo cotidiano.

Si os animáis a enviarme vuestros recuerdos, ya sabéis mi correo electrónico.

ad.ultera@ymail.com

Mamá en la ducha

A veces el cuerpo pide una ducha, porque es un pretexto para disfrutarse.

Obviamente, no hablo de sólo higiene. Pero tampoco estoy hablando de sexo o masturbación. Sólo del puro placer que una mujer y su cuerpo sienten cuando se regalan una ducha con tiempo, sin relojes, teléfonos ni apuros. Sin salidas del colegio ni extraescolares, simplemente el agua, los jabones, la espuma y el cuerpo.

Tengo al menos una hora y media.

Me descalzo los tacones de la calle. La primera sensación primaria son las plantas descalzas y cálidas contra la madera del suelo tibia. Me encanta estar descalza y la sensación de libertad que te ofrece. Después el cinturón y los vaqueros, que se quedan en el cesto de la colada. En braguitas y camisa preparo el ritual. Hay tantos tipos de mujeres como cantidad de toallas usamos para la ducha. Yo soy del raro club de las Tres Toallas, por costumbre familiar: cuerpo, pelo y piernas. Suavizante, cremas, champú y jabones, como el recetario de una brujita hermosa.

Como esta ducha la voy a escribir para vosotros… me permito el gesto de dejar la camisa en el suelo de la habitación después de desabrocharla. Es un gesto para la galería. Normalmente esa camisa se iría al cesto, con los vaqueros, pero esta ducha os la dedico y brindo con mi camisa en el suelo. Las braguitas y el sujetador, sobre la cama, como señal de Mujer Duchándose en el código internacional de Señales Textiles. Desnuda, pero con las joyas, camino hacia el baño.

La joyería se queda en una bandeja, en la pila del baño. También un leve aire de sombra de ojos y un suave lápiz de labios se quedan frente al espejo, antes de entrar en la ducha. Un gesto especialmente erótico, morbo doméstico, es el paso de piernas, cuando estando totalmente desnuda pasas sobre el borde de la bañera para entrar bajo el agua. Mi marido lo hace todo a lo grande y, por eso, tenemos una bañera enorme y un teléfono de ducha de tamaño cabina. No criticaré su gusto por el lujo en este caso, porque la sensación de ducharse bajo una enorme cascada de agua cálida es maravillosa, aunque los lectores ecologistas torcerán el gesto al leer esto.

Primer contacto con el agua caliente. Escalofríos dulces, el agua resbala por la piel, se cuela entre los pechos, baja por el ombligo, barre suavemente la espalda y se vierte entre las nalgas y las piernas. Cara hacia arriba, boca abierta, manos echando hacia atrás el pelo… el ritual universal. Todas las mujeres empezamos así la ducha, aunque no es necesario. Y es por culpa del cine, porque todas nos sentimos Janet Leigh en la ducha, aunque afortunadamente Norman Bates no suele aparecer tras la cortina.

La silueta erótica que se pinta en más ocasiones de una ducha femenina es la del cuidado capilar. No creo que a los hombres les interesen mucho las puntas abiertas, pero les seduce en lo más profundo el perfil de una mujer con sus dos manos en la cabeza. Por suerte para ellos, los jabones y cremas capilares son la parte más metódica de la ducha. Si os asomáis a la ducha de cualquier chica, seguramente la cogeréis enjabonando el pelo. Cuando me enjabono la cabeza cierro el flujo de agua. Como la bañera es muy grande, tiene una mampara baja de forma que durante toda la ducha me veo reflejada en el gran espejo del baño. Desnuda, con las manos en la cabeza. Indudablemente, una posición sugerente, que dura unos cuantos minutos y se repite, en mi caso, cuatro veces. Los dedos acarician la cabeza, a veces también la nuca, y el vapor relaja los músculos, dejándote en un dulce estado de embriaguez no alcohólica.

Terminado el pelo, sigue el cuerpo. Cuello, con las dos manos, y resbalando hacia los pechos. No puedo evitar una sonrisa pensando en explicaros cómo me enjabono los pechos. En la mayor parte de los días, los pechos no se llevan mucha atención. Son una parte del cuerpo firme, turgente, sin pliegues, de manera que se enjabonan con facilidad y se aclaran con todavía mayor simpleza. Pero para los hombres, espuma en los pechos es un grito de guerra primario. Hoy, por vosotros, me miro en el espejo mientras me enjabono las tetas, por el escote, canalillo, bordes y, al final, la parte inferior y los pezones. Con el calor, los pezones están en la ducha normalmente en su mayor tamaño, suaves y delicados.

Abdomen con manos abiertas, hasta la cadera, abrazando por la cintura muy estrechamente para llegar a la espalda y entrar en el territorio de las nalgas. Sigo viéndome al espejo, colocándome de perfil para ver cómo el jabón conquista mis nalgas y mi mano llega a mi culo, mientras la otra se ocupa de mi pubis, que siempre está más caliente que la ducha. En una ducha íntima, este sería el primer momento ideal para dar rienda suelta al autosexo, pero hoy sólo hablamos de una ducha.

Me parece especialmente erótico enjabonarme las piernas. Apoyo cada pie en el borde de la ducha, que es bastante alto. A mi marido le gusta verme hacerlo, desde la puerta, donde tiene un panorama estupendo de mis piernas separadas y mi sexo abierto. Me imagino que a vosotros también os gustaría estar en mi puerta ahora mismo. Al terminar con todo el jabón, con la manguera, despacio, dejo correr el río de agua caliente por todo mi cuerpo, allí donde hay espuma, para que vuelva a asomar mi piel. A menudo, al borrar la espuma de mis pechos, los pezones están un poco más apretados que cuando los enjabonaba. Hoy, por vuestra culpa, están realmente duros, porque sé que me estáis mirando.

Me resisto a masturbarme, porque hoy sólo hablamos de una ducha. Sin duda, los manguerazos calientes de agua limpia son el mejor momento para autosatisfacerse, con o sin el agua. Me encanta verme en el espejo con el agua resbalando por todo mi cuerpo. Podéis reíros, pero siempre me dedico una última mirada al espejo, de varios segundos, antes de cerrar la llave de paso.

Melena a un lado, escurriéndola sobre mi hombro derecho. Me dejo el pelo mojado apoyado en ese hombro mientras recojo la toalla. Así, desnuda con la melena mojada, es como más excita a mi marido verme. Sin toallas. La primera de las tres se hace turbante en mi pelo, la segunda envuelve mi torso, como un minivestido. Mientras tanto, la tercera acaricia mis piernas, otra vez con un pie apoyado en el borde de la bañera. En esa posición, con el calor de la ducha, puedo notar el leve frescor del aire que se cuela por la puerta entre mis piernas, templando mi vulva. Vestida sólo con la toalla, en esa estampa que es puro erotismo universal, salgo del baño y voy al vestidor, para escoger la ropa. Elijo un tanga transparente de color granate, a juego con el sujetador, también transparente y los llevo sobre mi cama.

La ducha no termina cuando las toallas acaban su trabajo. Primero un poco de crema para el pelo. Al subir las manos la toalla os quiere dar un regalo y se suelta, dejándome desnuda. Esto no siempre ocurre, pero hoy la suerte está de vuestra parte. Me ahorra desnudarme, porque tras la crema para el pelo llega la hidratación para el cuerpo, mi parte favorita de la ducha. Con una hidratante fresca, me acaricio los hombros, la espalda, los pechos y abdomen, las caderas y, con un cuidado especial, dedico otra vez tiempo a hidratar mis piernas.

La mejor forma de que la piel absorba la hidratación es aguardar desnuda. Normalmente es una espera breve, dentro del baño o en el dormitorio. Hoy estoy sola en casa y me dedico un paseo desnuda hasta el vestidor, donde escojo el vestido azul, corto y de escote cuadrado, bien entallado, que favorece mi escote, especialmente con la lencería que he escogido.

La ducha se termina al vestirse. Primero la braguita, ajustando la blonda transparente en las nalgas. Luego el sujetador, sosteniendo una visión elegante. Por encima el vestido y unas sandalias. Sin joyas, porque no tengo tiempo: me he entretenido tanto que mi hijo sale de sus actividades en sólo veinte minutos.

Pero esta ducha para vosotros ha valido la pena.

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Dedicado a Trotamundo, por la sugerencia.

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Test Morboso de los Lectores – DIANA (Segunda Parte)

ÍNTIMO

UNA FANTASÍA CLÁSICA QUE TE EXCITA – Desde que vi una película de chavala, me pone la idea de estar presa en una cárcel de mujeres llena de tías buenas muy duras y malotas que se aprovechan de mí por ser la última interna en llegar. Es una fantasía muy películas, pero me pone cachondísima.

¿HARÍAS UN STRIPTEASE CON GENTE VIÉNDOTE? – Sí, he hecho de stripper.

¿TE GUSTA QUE TE ESPÍEN? – Me pone.

¿FOLLARÍAS CON “PÚBLICO”? – Si no participan, prefiero que no miren.

CUENTA EL “ESPECTÁCULO” MÁS LLAMATIVO QUE HAYAS MONTADO EN PÚBLICO – Un día de verano salí en pelotas al balcón en casa de mis abuelos. Es una zona donde pega mucho solete y se está muy rico tomando allí el sol, así que lo hacía más veces lo de tomarlo desnuda allí porque como viven en el ático de una torre alta, nadie te ve. A veces ya salía directamente desnuda al balcón, si estaba a solas en casa. Esta vez fue así y salí desnuda, coloqué la tumbona, me preparé algo de beber, me eché las cremas. Cuando me tiré al sol fue cuando me di cuenta de que estaban techando el edificio. Había como tres albañiles renovando la teja, mirándome desde unos cuatro o cinco metros de distancia y sin decir nada. Y yo en pelotas tomando el sol con las piernas abiertas. Me volví para adentro muy cortada. Creo que tenía 17 o 18 años entonces. Si fuese ahora a lo mejor me quedaba a tomar el sol de todas formas en pelotas delante de ellos. Muchas veces he fantaseado con qué habría pasado.

¿TE HAN PILLADO HACIÉNDOLO? – Sí. Mi abuela. Cuando estaba de vacaciones en el piso de mis abuelos, los veranos, hacía muchas cosas, aparte de tomar el sol en pelotas. Me guardó el secreto.

¿TÚ HAS PILLADO A ALGUIEN? – Nunca.

LA PRIMERA VEZ QUE TE EXCITASTE EN TU VIDA – Pues no me acuerdo.

¿HAS SIDO UNA LOLITA? – No, era más bien grunge.

¿QUÉ MADURO FUE EL PRIMERO EN DARTE MORBO? ¿CON QUÉ EDAD? – Nunca me había fijado en los hombres más mayores que yo. Osea, unos pocos años sí, pero no hombres maduros que me sacasen diez años o más. Cuando abrí la peluquería empecé a tener muchos clientes de más de 40 años y empecé a notar que más de uno me excitaba por cómo me miraban.

¿Y TU PRIMER ROCE CON UN MADURO? – Pues un cliente de 50, muy elegante. Es un habitual, un tipo que viene todas las semanas. Un día me pidió de favor personal que le cortase el pelo en su casa al echar el cierre. Fui. No le corté el pelo, pero follamos hasta la noche.

¿QUÉ MADURO TE EXCITA AHORA? – Varios clientes.

¿Y QUÉ JOVENCITOS TE DAN MORBO AHORA? – No me ponen los niñatos.

¿BESASTE ALGUNA VEZ A UNA CHICA? – Muchas.

¿A QUIÉN LE HAS TOCADO LOS PECHOS? – Varias amigas. Cuando me iba a poner tetas, con la excusa, le pedí a muchas amigas que me las enseñasen y también toqué bastante. Luego cuando me lío con una tía siempre le toco las tetas, claro.

CONFIESA A QUÉ CONOCIDOS TUYOS DESEAS ACTUALMENTE. – Además de esos tres o cuatro clientes que me atraen, lo típico: algún novio de alguna amiga o conocida y eso.

¿ALGÚN PARIENTE? – Mi cuñado está buenísimo, pero es fiel a mi hermana.

¿ALGUNA CHICA? – No voy a decir nombres, pero tengo algunas amigas que sí que me ponen bastante y me gustaría hacerlo con ellas. Lo que pasa que no son tan abiertas a experimentar como yo.

¿QUIÉN DE TUS AMIGAS TE PARECE MÁS GUAPA? – Mi hermana. Es un bombón.

¿Y MÁS SEXY? – Mi mejor amiga. No soy objetiva, pero me parece supersexy y preciosa. Es morena con ojazos y unas tetas preciosas.

¿DESEAS AL NOVIO/MARIDO DE ALGUNA AMIGA TUYA? – Dos o tres.

¿TIENES NOVIO/MARIDO? – Estoy recién casada.

¿QUÉ OPINAS DE LA INFIDELIDAD? –Me cuesta ser fiel, pero de momento…

¿QUÉ PARTE DE TU CUERPO TE ENLOQUECE QUE TE TOQUEN? – El culo.

¿PALABRAS FUERTES QUE TE EXCITA QUE TE DIGAN MIENTRAS FOLLAS? – Todas. Me ponen los tíos muy cerdos en la cama que me hagan sentir cerda.

SEXO

EN EL SEXO, ¿CÓMO TE DEFINIRÍAS CON UNA SOLA PALABRA? – Guarra.

¿MANDONA O SUMISA? – Sumisa.

PRIMER ORGASMO ¿RECUERDAS LA PRIMERA VEZ QUE TE MASTURBASTE? – Con un vibrador de mi hermana, lo probamos mi mejor amiga y yo por ver como era. Flipamos.

¿CUÁL ES LA POSTURA Y EL SITIO PERFECTOS PARA MASTURBARTE? – No me masturbo mucho. Follo mucho y me va muy bien así.

¿TIENES/USAS JUGUETES SEXUALES? – Bolas y diferentes vibradores. Además esposas, fustas, pinzas…

¿CUÁNDO Y A QUIÉN LE HICISTE TU PRIMERA PAJA? – Con 13 a un compañero de clase, en el baño durante la pausa.

¿Y CON QUÉ EDAD CHUPASTE POR PRIMERA VEZ? – Fue la misma vez. Le hice la paja y se la chupé.

¿TE GUSTA CHUPAR? – Más tragar que chupar.

¿LO MEJOR QUE TE HAS LLEVADO A LA BOCA? – Un marroquí que tiene un kebab en el barrio donde tengo la pelu, que es una auténtica barbaridad.

EJEM!… ¿TRAGAS EL SEMEN? – Sí.

¿TU SITIO FAVORITO PARA EL SEXO? – Me pone cachonda follar en el coche.

¿Y EL MÁS EXTRAÑO? – La silla de peluquería. Antes de abrirla, la tenía en casa y a mi chico de entonces le excitó la idea de estrenarla follando.

¿POSTURAS FAVORITAS? – Me gusta él sentado y yo encima.

¿TU MEJOR POLVO? – La primera vez que me puso las pinzas en los pezones. Me corrí como una loca y menos mal que estaba amordazada.

¿EL MÁS MORBOSO? – Ese mismo.

RECORD DE POLVOS Y ORGASMOS – Algún día que perdí la cuenta.

¿CÓMO SON TUS RUIDOS SEXUALES? – Hablo mucho e insulto, gimoteo y cuando me azotan grito fuerte.

¿PRACTICAS EL SEXO ANAL? – Sí.

¿QUÉ EDADES TENÍAN EL MÁS JOVEN Y EL MÁS MAYOR CON LOS QUE HAS TENIDO SEXO? – Los más jóvenes pues cuando era adolescente y ellos también lo eran, sobre 15 o 16. Los mayores, alrededor de 50.

¿HAS ESTADO CON DOS O MÁS HOMBRES? – Desde dos hasta siete.

¿TRÍO CON OTRA CHICA? – Con tres chicas diferentes.

¿Y HAS ESTADO CON ALGUNA MUJER? – A solas ella y yo, sólo dos veces.

¿HAS FOLLADO CON EL NOVIO/MARIDO DE ALGUNA AMIGA TUYA? – Exnovios sí me he follado a uno, pero siendo novios de ellas nunca.

¿HAS HECHO SEXO PARA CONSEGUIR ALGO A CAMBIO? – No.

¿HAS COBRADO DINERO POR HACER SEXO? – Cuando hice strip alguna vez me ofrecieron un plus por follar. Una de las veces los tíos me daban morbo y acepté. Luego no les quise cobrar y casi se enfadan conmigo.

¿TE GUSTA QUE TE AZOTEN? – Con fusta, me gusta que me marquen las nalgas. Lo que más me pone es escuchar la fusta en el aire justo antes de sentirla.

¿CÓMO SERÍA TU FOLLADA PERFECTA? – Encadenada a un potro con dos o tres pollones enormes usándome a su antojo.

DI UNA PERVERSIÓN CON LA QUE HAYAS FANTASEADO O TE DE CURIOSIDAD – A veces sigo atendiendo clientes después de la hora oficial de cierre. Bajo las persianas para que no me pongan una multa por no respetar el horario y sigo dentro cortando el pelo. Es morboso muchas veces quedarse a solas con el cliente a puerta cerrada. Fantaseo mucho con que algún cliente aprovecha que estamos encerrados para violarme.

LA MAYOR PERVERSIÓN EN QUE HAYAS PARTICIPADO – Un bukkake con un exnovio. Jugaba al baloncesto y se trajo a seis compañeros del equipo para hacérmelo entre todos. Me puso muchísimo. Él decía que tenía muchas ganas de hacerlo pero luego de hacerlo se puso muy celoso y cortamos al mes.

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Diana, muchísimas gracias por compartir tus intimidades y por dejarme colgarlas en el blog.

Si os animais a responder al test:

ad.ultera@ymail.com

Test Morboso de los Lectores – DIANA (Primera Parte)

EN GENERAL

¿CÓMO TE LLAMAS? – Diana.

¿A QUÉ TE DEDICAS? – Peluquera de caballeros.

¿METROSEXUALES O LOOK DESALIÑADO? – Arreglado descuidado.

¿CR-7 O PREFERIRÍAS A OTRO FUTBOLISTA? – Cristiano tiene un polvazo.

TÓPICAZO: ¿SOMOS TODOS BISEXUALES? – Todos no creo, pero yo sí.

OTRO TÓPICO: ¿EL TAMAÑO IMPORTA? – A mí mucho sí, me gustan las pollas gruesas y todo lo grandes posible.

¿TE GUSTA EL PORNO? – Sí.

¿A QUÉ FAMOSOS TE GUSTARÍA FOLLARTE? – Cristiano me vale.

¿CON QUÉ FAMOSAS TENDRÍAS UN ROLLO-BOLLO? – La novia de Cristiano, jeje.

PERSONAL

¿QUÉ EDAD TIENES? –  27

¿QUÉ EDAD APARENTAS? – Dicen que parezco mayor porque soy alta.

¿ERES ALTA Y ESBELTA O BAJITA Y COMPACTA? – Alta y esbelta.

¿DELGADA, ATLÉTICA, FLACUCHA, CON CARNES…? – Delgada, hago deporte.

¿COLOR DE OJOS? – Azules.

¿PELO? – Rubia con mechas, largo.

¿QUÉ PARTE TE GUSTA MÁS DE TU CARA? – La boca.

¿Y DE TU CUERPO? – El culo.

¿ADÓNDE TE MIRAN MÁS LOS TÍOS? – A las tetas, como a todas.

¿CÓMO CREES QUE SON LAS TETAS PERFECTAS…? – A mí me gustan cuanto más grandes mejor, la verdad. Tengo gusto de tío para eso.

¿Y CON RESPECTO A ESO, LAS TUYAS SON…? – Pues tengo una 100. Yo creo que están bien y los chicos desde luego no se quejan mucho.

¿TUS TETAS SON NATURALES O OPERADAS? – Operadas.

¿CÓMO SON TUS PEZONES? – Muy grandes y abultados, morenos.

¿Y TUS NALGAS? – Apretaditas y redondas, muy sexy.

¿CÓMO ES TU SEXO Y COMO LO LLEVAS? – Me lo quito todo.

¿PIERCINGS O TATOOS? – Piercing en el ombligo, tatoo en el pubis.

¿CUALES SON LOS “PIROPOS” MÁS FUERTES QUE TE HAN HECHO? – Me silban mucho por la calle, comentan, resoplan, pero no me acuerdo de nada que me hayan dicho.

¿Y TE EXCITÓ ALGUNO DE ELLOS? – Me encanta que me silben. Creo que a todas nos gusta. A mí por lo menos me pone. Cuando me silban muevo más las caderas al andar.

EL SITIO QUE MÁS TE GUSTA PARA LIGAR…. – La playa. Estoy muy bien en bikini.

¿Y EL MÁS EXTRAÑO DONDE HAS LIGADO? – Un baño. Al salir del baño de chicas vi que la puerta del de caballeros estaba abierta. Al ver que había un tipo dentro con buena pinta, me quedé mirando. Estaba de lado y se le veía un cacharro grande. Él se dio cuenta de que le miraba y no le sentó nada mal. Lo hicimos allí mismo.

¿DE QUÉ LIGUE TE SIENTES MÁS ORGULLOSA? – Ninguno en especial.

ROPA DE DIARIO, Y DE ESPECIAL – Pues de diario, para estar en la pelu, llevo pantalones muy cortitos o jeans ajustados. Luego por encima llevo una bata cortita para evitar un poco los pelos, me gusta llevarla ajustada y debajo me suelo poner poca ropa. En verano no llevo nada debajo de la bata porque el aire no tira mucho y hace mucho calor dentro. Para salir e ir especial me gusta cualquier cosa ajustada, normalmente sin sujetador.

¿CÓMO TE GUSTAN LOS ESCOTES? – Llamativos y exagerados.

PARA IR SEXY Y GLAMUROSA TE PONES… – Top sin sujetador o vestido corto ajustado. También tengo algún top transparente para llevar con o sin sujetador. Alguna vez voy transparentando pezones.

¿TU DISFRAZ MÁS PROVOCATIVO? – Enfermera sexy, con bata blanca y lencería blanca de encaje debajo. Pasé un poco de frío, pero ligué muchísimo.

¿CON QUÉ PRENDAS DE TU ARMARIO TE SIENTES MÁS CALIENTE? – Transparencias.

¿ROPA INTERIOR PARA SENTIRTE COMO UNA DIOSA? – No llevar.

TU PRENDA IRRESITIBLE PARA ELLOS – Tengo un vestido con muy poca tela, negro, que marca todo. Es peor que ir desnuda porque se ve lo mismo pero es mas sugerente que llevar las tetas al aire.

¿TU MODELO PLAYERO MÁS ATREVIDO? – Una camisola. Es sencilla y nada sexy, pero a veces la llevo sin nada debajo y se nota bastante. Sólo sandalias y camisola es bastante atrevido.

¿HACES TOP LESS? – Siempre.

¿Y NUDISMO? – Bastante.

¿HAS NADADO DESNUDA? – Sí.

¿CON QUÉ ROPA DUERMES? – Culotte y sujetador deportivo.

¿CÓMO TE GUSTA ANDAR POR CASA? – Bata sin nada o culotte y sujetador.

(CONTINUARÁ…)